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En mi primer Olvidado, llegué demasiado pronto de Fasgar para parar en Igüeña y decidí seguir andando. Cuando llegué a Quintana Fuseros y entré en el bar, el dueño del bar hizo una llamada y el alcalde bajó a recibirme. Tras darme la bienvenida al pueblo e invitarme a una copa, procedió a llamar al dueño de la casa rural. Hizo que un vecino abriera la casa y me dejó el mando del lugar. Me pidió que dejara 20€ sobre la mesa. No es un pueblo muy bonito, pero la gente es maravillosa. La casa estaba limpia, era moderna, con duchas de agua caliente y una buena cocina. Pero lleva comida porque no hay nada en el pueblo.
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