Burgos al final del Camino Vasco
Camino Vasco
Burgos al final del Camino Vasco
Burgos es una ciudad que da vida a la historia. Para muchos peregrinos es el primer lugar del Camino Francés que invita a una estancia de dos noches; y con razón, Burgos tiene una enorme cantidad de museos, iglesias, una catedral, unos cuantos monasterios y un saludable (o no) número de bares y restaurantes para mantenerte ocupado. La Calle San Lorenzo, junto a la Plaza Mayor, tiene varias buenas opciones para tapear, y la Plaza Huerto del Rey tiene unos cuantos restaurantes que se inclinan por una dieta carnívora.
En la lista de visitas obligadas están la Catedral y Museo de Burgos, en pleno centro de la ciudad, y el Castillo de Burgos, encaramado en la ladera de una colina desde la que se domina la ciudad.
El Museo de la Evolución Humana alberga los artefactos de Atapuerca, y el Arco de Santa María (de visita gratuita) alberga una sala de exposiciones.
Las marcas en la entrada sur de la Plaza Mayor, con fechas asociadas, indicaban los niveles de agua de las inundaciones.
Una vez en el extremo de Burgos, desconfía de las señales engañosas (algunas de aspecto bastante oficial) que indican el camino hacia Villabilla. Ese pueblo ha quedado separado del tráfico del camino por la construcción de una vía férrea y se han hecho algunos esfuerzos para reconectarlo subrepticiamente.
Con una historia tan larga, no es de extrañar que las fiestas y festivales que se celebran en Burgos vayan de lo solemne a lo espectacular. Entre las celebraciones más notables están las procesiones de Semana Santa (Semana Santa), Corpus Christi (una fiesta movible, que se celebra el jueves después del Domingo de la Trinidad, que depende del Domingo de Pentecostés, que por supuesto depende del Domingo de Resurrección... el lugar donde hay que estar es en el Monasterio de Las Huelgas), y la fiesta de San Pedro y San Pablo (conocidos juntos como Sampedros) en junio.
Además, hay una serie de eventos más arcaicos, algunos de origen morisco y otros paganos, que tienen lugar a lo largo del año. Burgos es una ciudad llena de vida.
Burgos se fundó originalmente a finales del siglo IX en un intento de repoblar estas llanuras del norte. A partir de la expulsión de los musulmanes (hacia finales del siglo XI) se convirtió rápidamente en una de las ciudades más importantes de Castilla. Fue aquí donde los Reyes Católicos Isabel y Fernando dieron la bienvenida a Cristóbal Colón tras su segundo viaje al nuevo mundo, y fue aquí donde el General Francisco Franco fue proclamado públicamente como Generalísimo en 1936 y que serviría de base de operaciones al dictador hasta el final de la guerra civil.
La ciudad se convirtió en una de las más importantes de Castilla.
Situada a orillas del maravilloso río Arlanzón, la ciudad fue construida con enormes murallas y puertas aún más enormes. A pesar de ello, el territorio de Burgos (pero sobre todo de Castilla) estaba ampliamente disputado. El germen de gran parte de las luchas fue la voluntad del rey Fernando-I, que aunque lo suficientemente sabio como para gobernar las regiones del norte, no fue demasiado inteligente a la hora de administrar su hacienda. Optó por dividir el norte en tres regiones a su muerte, y cada región fue a parar a un heredero diferente.
Alfonso VI recibió León, García recibió Galicia, Sancho II recibió Castilla, y su hija Urraca recibió la ciudad de Zamora.
Siguieron más disputas territoriales y al final fue Alfonso quien reinó sobre todo el territorio y fue coronado emperador de la Península Ibérica. Esto ocurrió a finales del siglo XI, y la riqueza recaudada por Alfonso de los aranceles en toda la península se transformó en palacios y una Catedral, catapultando a Burgos a la prosperidad.
Burgos es también el hogar de El Cid, un feroz guerrero y astuto político. Fue desterrado de la ciudad por el rey Alfonso por haberle obligado a jurar su inocencia en la muerte de su hermano Sancho. El Cid acabaría rechazando una invitación para volver y luchar por Alfonso, y en su lugar viajó al este, a Valencia, donde maniobró para conseguir un reino propio. Ahora está enterrado en la Catedral.
El camino de salida de Burgos es, afortunadamente, mucho más corto que el de entrada. A partir de aquí, el camino se adentra en la meseta, con sus interminables llanuras de trigo. El paisaje, aunque aparentemente anodino, ofrece una gran riqueza de flora y fauna y oportunidades para la contemplación pacífica.